Tercera Bienal Nacional del paisaje
2019
Museo de Arte de Nogales
México
Texto de sala
Un paisaje desaparece. De la última edición de la Bienal Nacional del Paisaje a la
fecha hemos presenciado algunos de los ecocidios más graves de la historia.
Incendios de gran escala, severas fracturas del subsuelo, altos niveles de
contaminación atmosférica y cuerpos de agua envenenados. Los ciclos
biogeoquímicos han sido impactados profundamente y, como consecuencia, las
estaciones del año han comenzado a desaparecer.
¿Cómo podríamos decir que todo está bien? Surgen preguntas respecto a cómo
llegamos aquí y qué pasará después.
Es indudable que la representación del entorno se ha transformado de maneras
inusitadas. Los cambios en las formas de ver producidos por interfaces digitales y
el impulso por la creación de nuevos relatos colectivos conducen a un cambio de
perspectiva.
En este clima de acontecimientos nos preguntamos cómo una bienal nacional
puede adquirir significado y propósito para el lugar en el que vivimos ahora.
.
Desde sus inicios, la Bienal ha dado lectura a un amplio espectro de la producción
artística en el país. Si bien, en algunas de las piezas persistían preocupaciones
formales, la selección apuntaba a develar las intenciones políticas de una obra
que necesita de un lugar para interpretarse.
En esta edición especial la Bienal Nacional del Paisaje cambió de formato.
El resultado de haber lanzado una convocatoria abierta en ocasiones anteriores
generó una gran cantidad de propuestas que hasta ahora permanecían
archivadas.
En un giro mediado por la ecología y la crítica institucional, pausamos la solicitud
de aplicaciones para concentrarnos en investigar el trabajo de los artistas que
anteriormente buscaron un lugar en el proyecto. Nuestra labor consistió en
rastrear, conocer y actualizar los intereses que los creadores enunciaron en sus
aplicaciones para tejer un discurso sostenido por preocupaciones compartidas.
Renunciar a la clasificación por disciplinas implicó hacerle espacio a prácticas y
puntos de vista en vez de reunir obras sometidas a concurso.
A partir de la revisión de todas las propuestas que no fueron seleccionadas en las
ediciones anteriores, se construyó una exhibición que aborda la idea de un
paisaje extraño. Las obras advierten las afectaciones que sufre el entorno y
apuntan a la necesidad de buscar nuevos criterios para narrarlo.
.
Recorrer una tierra extraña puede producirle miedo a cualquiera. Frente a una
amenaza imprevista, el viajero pregunta asustado ¿quién anda ahí?
Una pregunta como esa no es suficiente para esta exposición porque la voz que
responde no siempre es humana. Frecuentemente pertenece a animales,
fantasmas, monstruos y extraterrestres: a presencias que usan lenguajes que no
alcanzamos a comprender.
Los artistas no están asustados, trabajan con la voz que les contesta y con ello
revelan la presencia que reside en esos lugares.
Las obras de esta exhibición suspenden la idea antropocéntrica del paisaje y, más
allá de coleccionar una serie de paisajes embrujados, invitan a responder otra
pregunta: ¿cómo se entiende un lugar a partir de las presencias que lo acechan?
Alan Sierra
fecha hemos presenciado algunos de los ecocidios más graves de la historia.
Incendios de gran escala, severas fracturas del subsuelo, altos niveles de
contaminación atmosférica y cuerpos de agua envenenados. Los ciclos
biogeoquímicos han sido impactados profundamente y, como consecuencia, las
estaciones del año han comenzado a desaparecer.
¿Cómo podríamos decir que todo está bien? Surgen preguntas respecto a cómo
llegamos aquí y qué pasará después.
Es indudable que la representación del entorno se ha transformado de maneras
inusitadas. Los cambios en las formas de ver producidos por interfaces digitales y
el impulso por la creación de nuevos relatos colectivos conducen a un cambio de
perspectiva.
En este clima de acontecimientos nos preguntamos cómo una bienal nacional
puede adquirir significado y propósito para el lugar en el que vivimos ahora.
.
Desde sus inicios, la Bienal ha dado lectura a un amplio espectro de la producción
artística en el país. Si bien, en algunas de las piezas persistían preocupaciones
formales, la selección apuntaba a develar las intenciones políticas de una obra
que necesita de un lugar para interpretarse.
En esta edición especial la Bienal Nacional del Paisaje cambió de formato.
El resultado de haber lanzado una convocatoria abierta en ocasiones anteriores
generó una gran cantidad de propuestas que hasta ahora permanecían
archivadas.
En un giro mediado por la ecología y la crítica institucional, pausamos la solicitud
de aplicaciones para concentrarnos en investigar el trabajo de los artistas que
anteriormente buscaron un lugar en el proyecto. Nuestra labor consistió en
rastrear, conocer y actualizar los intereses que los creadores enunciaron en sus
aplicaciones para tejer un discurso sostenido por preocupaciones compartidas.
Renunciar a la clasificación por disciplinas implicó hacerle espacio a prácticas y
puntos de vista en vez de reunir obras sometidas a concurso.
A partir de la revisión de todas las propuestas que no fueron seleccionadas en las
ediciones anteriores, se construyó una exhibición que aborda la idea de un
paisaje extraño. Las obras advierten las afectaciones que sufre el entorno y
apuntan a la necesidad de buscar nuevos criterios para narrarlo.
.
Recorrer una tierra extraña puede producirle miedo a cualquiera. Frente a una
amenaza imprevista, el viajero pregunta asustado ¿quién anda ahí?
Una pregunta como esa no es suficiente para esta exposición porque la voz que
responde no siempre es humana. Frecuentemente pertenece a animales,
fantasmas, monstruos y extraterrestres: a presencias que usan lenguajes que no
alcanzamos a comprender.
Los artistas no están asustados, trabajan con la voz que les contesta y con ello
revelan la presencia que reside en esos lugares.
Las obras de esta exhibición suspenden la idea antropocéntrica del paisaje y, más
allá de coleccionar una serie de paisajes embrujados, invitan a responder otra
pregunta: ¿cómo se entiende un lugar a partir de las presencias que lo acechan?
Alan Sierra